sábado, 23 de enero de 2010

BESOS ROBADOS


El ruido de sus pasos se ahogaba en el césped descuidado del jardín, allí donde la maleza comenzaba a crecer lujuriosa, desbocada y salvaje.

Con un súbito presentimiento giró la cabeza hacia el poniente, justo cuando el sol se ocultaba en el horizonte, y la noche traicionera lo esperaba agazapada para robarle los besos de su amada que yacía hechizada en brazos de las sombras.

miércoles, 13 de enero de 2010

UN NUEVO LIBRO DE SALVADOR ROBLES

En las Letras todo es posible. Es posible hilvanar sentimientos, acunarlos, renegar de ellos, atesorarlos en la profundidad del corazón y de la razón, pero también es posible jugar con las palabras, acercarse a ellas poniendo lo mejor de sí para llegar al lector y atraparlo en ese juego maravilloso donde la realidad, disfrazada de fantasía, echa a volar abriéndose camino entre la atención y el asombro. Salvador Robles posee una habilidad extraordinaria para transmitir esas vivencias cotidianas, que convertidas en relatos, se erigen en el hilo conductor de este nuevo libro. Para muestra, sólo basta un botón...


LA GATA ESPERANZA

Todas las mañanas, la primera tarea que la maestra Adela ordenaba a sus alumnos era que dibujasen lo que les sugería la palabra que previamente había escrito en la pizarra. Aquel día el vocablo elegido fue la esperanza.

Un sol, una flor, una boca sonriente, el ojo de Dios dentro de un triángulo, la cumbre de una montaña, una puerta entreabierta... un gato con botas. ¿Un gato con botas? Qué curioso. Y se le había ocurrido a Dolores, la niña más triste de la clase.

—¿Por qué un gato, Dolores?
—No es un gato, doña Adela, es una gata.
—De nombre Esperanza, ¿no?
—Eso es.
—Y las botas de siete leguas, ¿para qué son?
—Para que no tarde toda una vida en recorrer las miles de leguas que la separan de mí.

martes, 5 de enero de 2010

CAPÍTULO IX: POR EL AMOR DE ISOLDA


Isolda, cubrid vuestra desnudez con el manto de mis labios que han quedado prisioneros en los contornos de vuestro cuerpo. Dejadme una vez más ser el hechicero que os quita el aliento en cada beso amoroso y os lleva sin pensarlo al éxtasis de la gloria.
Dejadme acariciaros hasta que mis dedos pierdan el tacto de tanto repasar vuestros contornos que me ofrecéis sin reparos, que soy caballero mi bienamada, pero sobre todo soy un hombre sediento del amor que me profesáis y del cual hago un culto donde ofrezco el sacrificio de mi libertad.

Vuestros jadeos de placer son como el estruendo de las olas al romper contra la roca, son el canto embriagador de la sirena que me atrae hacia los abismos negros de sensaciones inimaginables, son el grito mártir de esta noche que va muriendo en la insensata cabalgata que los hados no postergan…

¡Sois mía, Señora! ¡Sois mi musa y mi vida!

¡Cielos, no dejéis al ingrato sol asomar en el alba! ¡Que esta noche sea eterna, como eterno es mi amor por Isolda!
¡Cielos, perpetuad la noche, no descolguéis la luna!