viernes, 25 de diciembre de 2009

PARA TI, AMIGO...


Grité a los cuatro vientos y el silencio me devolvió sólo un eco de estrellas. Con el infinito a cuestas quise recostarme en el olvido, pero mis recuerdos abrieron una brecha de sangre entre las venas desiertas de los días y las esperas.

Y allí me di cuenta que no existía ni el silencio, ni el olvido. Que el silencio habita las palabras y el olvido apenas es un borrón de la vida. Que los ecos trascienden las estrellas y que el infinito me trae la magia de las distancias sin barreras.

Porque mis versos son como el agua cayendo desde el cielo, besan la tierra, recorren senderos, riegan el alma y te dejan abrevar en sus riberas.

¡Por ti escribo, para ti son mis poemas!

domingo, 13 de diciembre de 2009

ESPERANZA ES EL NOMBRE DE LA NOCHE


Para él, la Navidad no era más que una utopía lejana que lo arrastraba como un torbellino sin control hacia los límites inimaginables de su soledad. Apenas se permitía soñar, apenas se permitía el placer de acunar ilusiones más allá del vano de su puerta, esa que siempre llevaba el cerrojo echado como si del otro lado no viviera nada más que el desconsuelo.

A diez minutos de la Nochebuena, el silencio señoreaba entre las paredes alumbradas por el fuego de la chimenea, la misma que podía calentar su cuerpo pero la que no podía entibiar siquiera los rincones de su alma… Sus propios fantasmas comenzaron a acosarlo como quien acosa la sombra furtiva de los deseos inconclusos. El reloj se había convertido en el hacha vengadora del tiempo, que sin piedad agitaba su péndulo para segar la mínima esperanza que aún albergaba en lo más recóndito de su corazón herido de muerte.

A cinco minutos de la medianoche, sentado frente al solitario árbol de Navidad que no albergaba ni un regalo a sus plantas, se sintió tan miserable, tan pequeño y tan endiabladamente solo, que se dispuso a morir con la última campanada, como tristemente mueren los pájaros bajo el yugo de la tormenta.

Ding dong… ding dong… ding dong… Cerró los ojos dispuesto a irse con sus penas al hombro como un Santa Claus de papel maché deshecho por la nevada de la vida… ding dong... ding dong...

Y en el último segundo, como obedeciendo a un espíritu invisible, se detuvieron péndulo y hacha, tiempo y soledad, para devolverle la vida a través de las lágrimas que corrieron por sus mejillas cuando escuchó que alguien llamaba a la puerta, esa que siempre llevaba cerrojo, pero que esta vez se abriría para siempre a un mundo de amor.


Queridos amigos, los dejo por unos días, pues debo viajar muy al sur de mi país, muy al sur del mundo… Les traeré los vientos fríos y puros de Río Gallegos, provincia de Santa Cruz, Argentina… ¡Hasta pronto!

lunes, 7 de diciembre de 2009

QUISE SER...

El alba me esperaba para contarme tus penas, ésas que lloraban rocío sobre los rosales de tu alma. Entonces, porque te amo, quise ser sueño para meterme en tu cama y quise ser brisa para acariciarte a escondidas entre el resplandor del sol y las sombras de tus sábanas.

Quise ser paloma para comer de tu mano, y sólo labios para besar tus ojos cerrados de despertares y de esperanzas.
Quise ser mariposa para rozarte con la suavidad de mis alas, y risa para alegrarte con el sonido de mil campanas.

Quise ser tantas cosas para que no dejaras de amarme, que al final fui sólo una: sólo mujer, sólo tuya…